CALOR DE CEIBA IV
Hijos del Maguey
Recargaba celular, pulque y
pulmón, la niña búho de los siete ojos tatuados me invitaba de su cigarro
eléctrico, sonreía fuerte y soltaba volutas. La segunda niña que sólo cantando
pude saber su nacionalidad; era alemana tijuanense. Partieron, me despedí,
buena travesía. Seguí en el elixir sin saborizantes y melodías de harmónica, había
comprado una botella de pechuga en la oaxaqueñita; so estancado en la
tlaxcalteca burrita albina subida del cerrito de curado los días festivos, esperaba
a un tlacuache. Dio señales de vida. Descendió por los cerros y se hallaba
estancado en el metro. Le mandé indicaciones del agujero alucinógeno donde me
hallaba; en cuanto arribó comenzó a tomar fotografías. Charal trajo de botana. Pedí
a las pulqueritas otra jarrita.
Ya
casi no quedan por aquí, las han ido cerrando, ¿Te acuerdas de la risa?, esa ya
tiene tiempo; y luego un buen pulque, no hechizado. Comentaba el tlacuache.
¿Tú no habías venido aquí pues? – le pregunté.
La había escuchado pero no había venido. Había mescal y a mi llamado vino la
niña tlacuache. ¿Que vas a querer amigo?
Sólo tengo pechuga, y gusano… pedí 2
y 2, ¿y
segura no tienes de otros? Pregunté. Ah,
deja busco… Susy tu que estas más alta, ven y revisa porfis…
El aguamielero prosigue. ¿Recuerdas
esa escena en la trilogía del MILUSOS de Héctor Suarez? En la 2 parece, cuando
su morro, le dice, “tengo hambre”, lo
lleva a una tienda pero no se para que madre no le alcanza, lo lleva a una
pulquería clandestina, allí por 5 pesos le dan un vaso, se la da al hijo quien
dice ¿pulque?, de principio lo prueba gacho pero el milusos le obliga termine
el vaso.
Susy ricitos morenos, encuentra minero,
pido 2. “Transito” se llamaba ese cabrón,
a eso se denigraba el pulque de que es para pobres, jodidos, parias, indígenas,
zorros y tlacuaches; más por allá adelante te sirven el pulque y mexcal así más
acá, fresón y caro, por la mamada esa hipster, todos parecen fotografía,…
alegaba el marsupio, partimos, cada animal su camino, tengo bytes & tapes borrados
de memoria, esa espiral perversa como el diablo, ¿me chupas o me escupes? Cargaba
de barro el corazón, la botella, hollín de trópico. Las damas le cantaban a una
estrella que no amanece, cerritos centelleantes se pierden conforme avanza el
bus, la mujer a mi lado yace dormida ebria
de savia.
@mexcalero